domingo, noviembre 25, 2018

JOSEP BORRELL Y LA JAULA DE LEÓN

Josep Borrell, es, hoy por hoy, uno de los personajes más notorios de la política española. A sus 71 años, acumula una larga trayectoria como diputado en el Congreso, secretario de Estado y ministro con Felipe González, y eurodiputado en Estrasburgo. Más allá de su longevidad como político profesional, en la carrera de Borrell destaca un episodio de innegable —aunque efímera— épica: su meritoria e inesperada victoria electoral en las primarias del PSOE de 1998, en contra del aparato del partido y con un programa aparentemente a la izquierda de los discursos de “Tercera Vía” que dominaban la socialdemocracia europea de los noventa. Coherente con su pasado, Borrell fue uno de los pocos veteranos socialistas que salió en defensa de Pedro Sánchez cuando este fue defenestrado por la cúpula del PSOE en octubre de 2016. 

Sin embargo, su regreso a la primera línea de la política como jefe de la diplomacia española tiene que ver, principalmente, con el auge del independentismo en Cataluña. Ante la creciente polarización identitaria, las credenciales antisecesionistas de Borrell han adquirido un nuevo valor. Entre los socialistas catalanes, la intensidad de su tono visceralmente beligerante no tiene rival. Además, la sorprendente combinación de retórica jacobina, adhesión a la monarquía española y rechazo a las propuestas de mayor federalismo han reforzado su imagen como una figura independiente, ajena a los consensos de su propia tradición política. 

Recientemente, la fama de Borrell como maverick progresista del PSOE ha recibido un duro golpe por un escándalo de corrupción de dimensiones relativamente modestas: deberá pagar una multa por haber vendido acciones de la compañía Abengoa –por valor de 9.030 euros– con información privilegiada. Otros episodios recientes también han proyectado sombras sobre su presunta gran inteligencia. En noviembre de 2016, Borrell –exsecretario de Estado de Hacienda– denunció una pérdida de 150.000 euros tras haber confiado parte de sus ahorros a unos falsos brokers con los que había contactado vía internet. Además, en febrero del mismo año, el político socialista relató una significativa anécdota sobre las negociaciones para la entrada de España en la moneda única europea. Según explicó el propio Borrell en un programa de la Cadena SER, un funcionario alemán había intentado alertar al equipo negociador español de los peligros que implicaba la renuncia a la soberanía monetaria para una economía como la de España, con una metáfora muy clara: “Van a entrar en la jaula del león, vamos a cerrar la puerta y vamos a tirar la llave al río”. Sus advertencias fueron ignoradas. Lamentablemente, parece que a Borrell se le escapó por completo la analogía histórica con la “jaula de oro”, el famoso apodo con el que Keynes arremetió contra el patrón oro y el insoportable y prolongado sufrimiento que la pertenencia a este sistema monetario exigía en la fase descendente del ciclo económico. 

Siendo justos, la ceguera intelectual de Borrell ante las previsibles consecuencias de la unión monetaria estaba muy extendida. Existía entonces un amplio consenso en juzgar cualquier paso hacia una mayor integración europea como algo intrínsecamente positivo para la economía y la democracia españolas. En la actualidad, en cambio, abundan las voces que cuestionan la consigna de “Más Europa” como la panacea a todos los males. A la izquierda del PSOE, en Podemos e Izquierda Unida, incluso se insinúan posturas que abogan por abandonar una adhesión incondicional a los tratados europeos, en una línea parecida a lo que ya propugna la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Sin duda, ahora que se acercan las elecciones europeas, cabe esperar que la izquierda actualice su discurso sobre la UE a partir de la experiencia acumulada desde las elecciones de 2014. ¿Qué lección hay que sacar del tercer rescate griego? ¿Qué responsabilidad tiene la UE por el auge de la extrema derecha? ¿Cuál ha sido la reacción de las instituciones europeas ante el deterioro de las libertades civiles en España? Si no se hace el esfuerzo de intentar responder a estas incómodas preguntas, se corre el riesgo de reciclar acríticamente el contenido de las últimas campañas electorales, como si la izquierda española hubiera quedado atrapada en una jaula de consignas vacías, incapaz de dialogar con el pasado más reciente.